viernes, 27 de febrero de 2009

El factor profesor


Los maestros inquietos nos caracterizamos por vivir el día a día sin resignación, pero apurando día a día el bebedizo -a veces amargo, a veces psicotrópico, a veces reconfortante- que llamamos "realidad del aula".

Sabemos que casi toda la legislación supone una superestructura burocrática que da marco a lo que pasa dentro de ese espacio en el que se cuecen los éxitos y fracasos cotidianos. Aunque ninguno de nosotros piensa que se trata de un lugar aséptico y aislado de entornos y mentalidades intrusas varias...

Pero tenemos claro que la clave de casi todo el edificio educativo está en ese señor o señora que está a cargo del grupo, y de lo que unos y otros le permiten hacer...

Lo digo porque he encontrado un artículo que habla de todo eso. Para fraseando a un candidato a la Presidencia de los Estados Unidos, creo que Kennedy contra Nixon: "¡idiota: es el profesor!" (la frase era algo así como: "¡idiota: es la economía!" -por aquello que es lo que determina los resultados de los candidatos-).

Lee después de pinchar... VER ARTÍCULO

jueves, 26 de febrero de 2009

Vamos a tomarlo con humor...





Estos chistes gráficos nos los ha enviado N. Sarcásticos, pero reales...

sábado, 21 de febrero de 2009

El culto a la excelencia


Vivmos rodeados de una doble tensión, como educadores: ¿la educación para la igualdad? ¿La educación para la excelencia? Me explico.

Desde la extensión de la instrucción pública a amplios espectros de la población, con la universalización de la enseñanza elemental, ha habido una corriente ideológica en la que se ha fomentado la idea de que fundamentalmente, existe la escuela para la igualdad social, que hay que abolir diferencias. Este culto a la igualdad ha traído consigo que se iguale por abajo, que tendamos a que todo gire en torno a la emotividad del alumno -si eres maestro y no lo crees, haz una lista de las preguntas que hacen los papis y las mamis, las que vienen a consultar-, que quitemos cualquier signo de diferencia entre los propios alumnos, entre los alumnos y los profesores, que rindamos culto a los derechos y olvidemos deberes... Puro logsismo.

Pero todos queremos que haya buenos profesionales: que el médico sea bueno, que los mecánicos arreglen bien y rápido el coche, que los albañiles no sean chapuzas... ¿No tendríamos que fomentar desde la más tierna infancia el valor del trabajo bien hecho? ¿No hay que buscar el éxito, la excelencia en nuestro trabajo? ¿No es verdad verdadera que no todos valemos para todo?

No me gusta habitar un mundo donde todos seamos iguales, pero muy mediocres, limitaditos y obedientes al poderoso de turno. Prefiero una sociedad de personas libres, con iniciativa, capaces de encontrar su camino. Si se busca la igualdad por encima de la libertad, al final se irán al garete ambas. Somos iguales en deberes y derechos, pero no en capacidades y vocación. Con perdón...